La resolución de las televisiones actuales ha evolucionado a niveles impensables hace unos años. Actualmente es posible comprarse un televisor con resolución 4K por menos de 400 euros. Los que tienen resolución 8K también han bajado sustancialmente de precio hasta los menos de 2.000 euros si pillamos alguna oferta. Sin embargo, ¿merece la pena comprarse una tele 8K?
Los televisores 8K fueron anunciados a bombo y platillo. Sin embargo, la mayor parte de las ventas se concentra en los modelos 4K en la actualidad. Los usuarios no tienen prisa por hacerse con un televisor 8K, y tienen muchas razones para ello.
No hay contenido en 8K en la actualidad
Desde hace un lustro, comprarse un televisor 4K ha sido la opción más sensata, ya que en esas fechas empezaron a aparecer los primeros modelos con resolución 4K por precios en torno a los 500 y 600 euros. Las tecnologías han ido mejorando, y tenemos la QLED como buque insignia de la tecnología de retroiluminación, y la OLED como la mejor autoluminiscente.
En estos años, se ha mejorado el nivel de brillo y la reproducción de color, alcanzando cifras espectaculares de brillo y superando estándares utilizados en el cine. Todo eso, unido a la resolución 4K, ha hecho que disfrutar de películas y series en casa sea cada vez mejor.
Sin embargo, la industria ya empezó a plantearse rápidamente la llegada del 8K el año pasado. Los fabricantes empezaron a promocionarlas como la siguiente gran mejora que hemos de comprar. Pero hay un grave problema al que se enfrentan esos televisores: que no hay contenido en esa resolución.
Un televisor 8K puede ser ideal, por ejemplo, para ver fotos hechas en 33 MP o más, ya que un televisor 8K es capaz de reproducir casi 33 millones de píxeles. Sin embargo, apenas hay contenidos disponibles en esa resolución más allá de unas pocas demos, ya que no se están produciendo ni películas ni series en esa resolución. Algunos móviles y cámaras permiten grabar vídeos en esa resolución, pero no tiene mucho sentido hacerlo. Las marcas usan como reclamo el reescalado de contenido de 4K a 8K, pero la diferencia apenas se nota.
La resolución 4K ofrece calidad suficiente actualmente
Y es que, si elegimos por ejemplo una Smart TV de 55 pulgadas, a partir de 1 metro de distancia ya no se puede notar la diferencia entre un televisor 4K y 8K. Es por ello que los televisores 8K arrancan en tamaños mayores. Así, con 65 pulgadas, la distancia ha de ser de 1,2 metros, mientras que con 75 pulgadas las diferencia deja de notarse en torno a 1,4 metros.
Por ello, no sólo tenemos el inconveniente de que apenas hay contenido disponible en 8K, sino que además a las distancias a las que se ve la tele en la actualidad no merece la pena comprar un televisor con mayor resolución.
Lo más probable que va a ocurrir en los próximos años con la resolución en los televisores va a ser similar a lo que ha ocurrido con los móviles. Cuando parecía que iban a llegar los móviles con pantallas 4K, la industria se frenó de golpe y se dio cuenta de que no hacía falta. Con una WQHD o Full HD es más que suficiente, y por ello la mayoría de terminales tienen paneles Full HD, en los cuales ya es bastante difícil encontrar los píxeles. Un televisor y monitor 4K es más que suficiente en la actualidad.
Por ello, lo más recomendable en la actualidad es comprar un televisor 4K con buenas prestaciones. Comprar un televisor 8K actualmente te convierte en early adopter, lo que implica que en dos o tres años vas a encontrar muchas mejoras en un televisor de ese precio, por lo que es mejor gastarse un poco menos y esperar a las próximas mejoras que llegarán a esos televisores. Si el 8K realmente llega a tener tirón, su precio bajará en picado en los primeros años. Mientras tanto, es mucho mejor optar por un televisor 4K a 120 Hz con conectividad HDMI 2.1 si quieres disfrutar de la mejor experiencia en la actualidad.
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