Por qué protegemos el móvil o el portátil del calor y no del frío

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Todos los dispositivos electrónicos que usamos en la actualidad desprenden calor. La forma de disiparlo cambia dependiendo del dispositivo, ya que por ejemplo casi ningún móvil necesita ventiladores para ello. En los ordenadores, sin embargo, tener un dispositivo con refrigeración pasiva requiere de bastante espacio y buena ventilación. Sin embargo, hay un enemigo desconocido de los dispositivos electrónicos: el frío.

Cuando pasa una corriente eléctrica por un conductor, se desprende calor. Esto se conoce como efecto Joule, donde la energía cinética de los electrones chocando entre sí se desprende en forma de calor. Así, cuando un procesador o una tarjeta gráfica consumen más energía, mayor cantidad de electrones circulan por ellos, y de ahí que la temperatura aumente.

La condensación: el enemigo de los componentes

Así, tradicionalmente lo que hacemos es refrigerar los dispositivos para bajar su temperatura y que puedan operar a la máxima frecuencia que su diseño térmico permita. El problema es que hay que tener cuidado con las temperaturas muy bajas en los dispositivos. El calor excesivo y mantenido durante el tiempo puede afectar a la durabilidad de nuestros dispositivos, pero un frío excesivo puede ser mortal para nuestros dispositivos.

Condensación en una ventana

Un ejemplo de una situación que puede causarnos problemas es en invierno. Imagina que dejas el portátil en el coche, y durante la noche la temperatura baja de 0 ºC a, por ejemplo -5 ºC. A la mañana siguiente, lo metes dentro de casa donde tienes el termostato de la calefacción puesto a 20 ºC. Lo pones en la mesa, lo enciendes, y deja de funcionar de repente.

Lo que ha pasado aquí es sencillo de explicar. En invierno, cuando se sobrepasa el punto de rocío, la humedad ambiente se condensa y se convierte en gotas de agua. Esto pasa mucho en zonas húmedas cercanas al mar, y en invierno esa agua condensada puede congelarse. Así, al encender el ordenador, el agua condensada que hay en el interior del dispositivo, puede moverse entre los componentes. Esto puede causar corrosión o directamente puede que haga un cortocircuito, ya sea porque esté en estado líquido o porque, al encender el ordenador, el calor la haga pasar de estado sólido a líquido.

Cuidado con los cambios bruscos de temperatura

E incluso aunque no haya condensación, el hecho de que haya cambios bruscos de temperatura por debajo de 0 ºC puede hacer que los componentes o trazas dentro de las placas se expandan y se contraigan, pudiendo provocar roturas en las placas base y en los componentes. También hay condensadores que, al congelarse, pueden explotar.

Este es el motivo por el que los overclockers extremos que alcanzan frecuencias imposibles en los procesadores con nitrógeno líquido utilizan aislamiento y protección ante el agua que genera la condensación. Todo lo que toca el nitrógeno líquido se congela, incluyendo la humedad ambiente que hay alrededor.

Por ello, es conveniente que tengas cuidado con los cambios bruscos de temperatura en tus componentes. En zonas frías hay quien incluso deja el ordenador fuera de casa mientras el resto de periféricos los tiene dentro con el fin de mantener el ordenador frío mientras se usa. El problema es que, en zonas de frío extremo, puede que el ordenador llegue a condensar agua en pleno funcionamiento, lo cual es todavía más peligroso.

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