
El caso de un usuario de TikTok que descubrió una cámara de vigilancia escondida en un humidificador dentro de un chalet en Colombia se ha hecho viral en los últimos días. Su experiencia ha encendido todas las alarmas sobre hasta dónde puede llegar un propietario para vigilar a sus inquilinos y qué derechos tiene realmente quien vive de alquiler. Esto lleva a la gran pregunta: ¿es legal que tu casero instale cámaras ocultas en tu piso?
¿Está permitido instalar cámaras en tu casa?
En primer lugar, conviene dejar claro que, si la vivienda está alquilada, el casero pierde el derecho a controlar lo que ocurre dentro. Es decir, el inmueble pasa a ser espacio privado de la persona que vive allí en alquiler y, por lo tanto, el casero no puede colocar cámaras, ni ocultas ni visibles, dentro de la casa sin tu consentimiento expreso. Hacerlo sería una violación flagrante de tu derecho a la intimidad y podría acarrear graves sanciones. Ni siquiera vale la excusa de que “es su propiedad”, porque mientras dure el contrato, ese espacio es exclusivamente tuyo.
La ley española sí permite que un propietario instale cámaras en su vivienda, siempre y cuando sea de su uso privado. Por ejemplo, es legal colocar dispositivos en el interior de una casa propia o en un jardín privado. Sin embargo, incluso en esos casos existen límites muy estrictos. Uno de los principales es que esas cámaras no pueden captar imágenes de espacios públicos, como una acera o parte de la calle, aunque sea de manera parcial. Hacerlo constituye una infracción de la normativa de protección de datos y puede traducirse en una sanción importante, independientemente de cuál fuera la intención. Dicho de otro modo: grabar a terceros sin su consentimiento es ilegal.

Dentro del propio hogar, la legislación también establece restricciones claras. Está prohibido instalar cámaras en baños, dormitorios o vestidores, sobre todo cuando en la casa viven otras personas, como familiares, compañeros de piso o empleados del hogar. En caso de contar con servicio doméstico, es obligatorio informarles de que hay dispositivos de grabación en funcionamiento. Y aunque la normativa no obliga a colocar un cartel de aviso en la vivienda, hacerlo puede evitar malentendidos con las visitas.
Otro aspecto que no se suele tener en cuenta es qué ocurre con las imágenes una vez grabadas. Publicarlas en redes sociales o difundirlas sin el consentimiento de las personas que aparecen en ellas es una infracción grave que puede acabar en importantes denuncias. En el ámbito legal, no basta con tener la grabación, ya que es imprescindible tener permiso fehaciente de los afectados para difundirla.
También hay que prestar atención a la parte técnica. Revisar regularmente el ángulo de las cámaras es fundamental para evitar que, por un movimiento accidental o por el viento, terminen grabando zonas públicas sin querer. Y si están conectadas a internet, la precaución debe ser doble, porque un mal sistema de seguridad puede hacer que terceros accedan a esas grabaciones, abriendo la puerta a hackeos que comprometan la intimidad de aquellos que aparecen en las grabaciones.
Por tanto, y para resumir, si vives de alquiler, tu casero no puede instalar cámaras en la vivienda bajo ningún concepto, ya que ese espacio es tuyo mientras dure el contrato. Y si las cámaras estaban instaladas antes de que alquiles ese espacio, el propietario deberá retirarlas o, en su defecto, desactivarlas por completo.

El caso viral que puso el tema sobre la mesa
El debate sobre este asunto estalló tras el vídeo de un usuario de TikTok en el que mostraba cómo, estando de alquiler en un chalet en Colombia, descubrió una cámara de vigilancia camuflada en un humidificador. La escena, que parecía sacada de una película, se hizo viral al instante.
Muchos recordaron que alojarse en viviendas de alquiler turístico o residir en pisos arrendados implica confiar en que los propietarios respetarán la intimidad de sus inquilinos, algo que, como demuestra este caso, no siempre ocurre.
Aunque el incidente no sucedió en España, sirve para abrir un debate muy necesario: ¿dónde está la línea entre la seguridad y la invasión de la privacidad? La tecnología permite ocultar cámaras en objetos cotidianos, y eso obliga a que los inquilinos estén más atentos que nunca. Afortunadamente, en España la ley es tajante: ningún casero puede colocar cámaras dentro de una vivienda alquilada, y hacerlo podría costarle muy caro en los tribunales.
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